Descripción:
Este libro recoge ocho artículos académicos que giran alrededor del tema de la violencia y la marginalidad en la literatura hispanoamericana. El corpus objeto de estudio es diverso: las jácaras de Quevedo, esas formas poéticas en las cuales se construyó la imagen del hampa en la literatura del siglo áureo; los levantamientos indigenistas y su tratamiento en las propuestas literarias del peruano Scorza y del boliviano Arguedas; la marginación y rigidez de la estructura social de Lima en la obra de Ribeyro; la novela de la violencia de los años cincuenta en Colombia y los aportes de Albalucía Ángel a ese corpus; las expresiones juveniles de la violencia en Cali, en los cuentos de Caicedo, Valverde y Esquivel; la Medellín violenta de los noventa en la novela de Vallejo y su relación con la adaptación de Schroeder. No se trata de una historiografía de la literatura asociada a expresiones de violencia o marginalidad, sino de proveer, a través del estudio de casos particulares, las herramientas para que el lector halle en esas expresiones concretas las claves que le permitan una aproximación más general al fenómeno.
Fragmento:
Una propuesta de lectura
Leer a los poetas barrocos del Siglo de Oro exige un enorme esfuerzo al lector del siglo XXI. Primero, porque el centro estético de esta producción poética es el conceptismo, cuyo pilar es la dificultad, que ponía fortísimas barreras —incluso para el lector del Siglo de Oro entrenado en vencerlas—. Segundo, porque entre los contextos socioculturales e ideológicos que determinaron dicha producción y los nuestros median cinco siglos que cambian sustancialmente la recepción poética. Tercero, porque las lexias, los intertextos, los mitogramas, el idioma, los lenguajes poéticos (es decir, el material con el que se construyeron estas obras) es hoy en gran parte desconocido para el lector no especializado. A todo esto hay que sumar los problemas de transmisión y atribución, las variantes textuales, etc.
Para resolver estos problemas, el lector del siglo XXI debe hacer el trabajo de convocar en su lectura los contextos socio-históricos y la concepción poética del Siglo de Oro (conceptismo, estética de la imitación, juegos de ingenio y agudeza verbal, coincidencia de opuestos. etc.) a través de la investigación histórico-literaria; conocer los problemas de producción, transmisión y recepción de la obra poética, leyendo los trabajos de los especialistas; apoyarse en diccionarios especializados y de época para vencer la barrera de la lengua del siglo XVI; investigar la preceptiva poética del siglo áureo para solucionar el problema de los lenguajes poéticos; consultar la mitografía, el refranero, las metáforas lexicalizadas, la tradición poética sobre la que se construye esta poesía. Todo esto es necesario al propósito de hacer una adecuada interpretación y valoración de la obra poética del barroco español. Es decir, debemos simularnos lectores del Siglo Áureo para leer a sus poetas. Quienes no lo hacen así e intentan acercarse a los poemas de esta época como lectores del siglo XXI, con la enciclopedia del siglo XXI, harán un ejercicio de creación poética y no de decodificación, oficiarán como poetas y no como lectores.
Habrá quien diga que esto último es lo fundamental de la lectura del texto poético. Quizás quienes así leen no comprenden la poesía barroca. Para el poeta barroco, la razón es el eje de su ejercicio poético; y lo propio para el lector modelo que esta poesía construye. El concepto, que es la columna vertebral de esta poética, es el resultado de un ejercicio de la inteligencia y para la inteligencia. La dificultad conceptista que es propósito central de esta poesía se construye como un reto a la inteligencia; vencer esta dificultad, que es la razón de ser de este lector modelo, comporta un inmenso goce intelectual. Es decir, la construcción del poema (sus conceptos, sus juegos de ingenio y agudeza verbal, la fuerte alteración de la sintaxis, el intertexto culto) se hace como un ejercicio de la razón; y su deconstrucción es, necesariamente, un ejercicio de la razón.
El lector de esta poesía debe ponerse en situación de conocimiento de los principios poéticos y la tradición literaria que sustenta al poema para hacer una adecuada lectura del mismo.
A la mayoría de los iniciados en la poesía áurea nos cuesta una enorme dificultad entender la necesidad de esta toma de posición como lectores. Infortunadamente, la experiencia de lectura de esta literatura en algunas aulas universitarias no pasa por esta exigencia. Ello se hace evidente en la deficiencia de diccionarios (de época, de refranes, de autores), y de textos de preceptiva y de apoyo para la lectura de la poesía del Siglo de Oro que exhiben nuestras bibliotecas universitarias.
En mi experiencia como profesor universitario, he sentido la enorme dificultad de hacer que los y las estudiantes de los cursos de Siglo de Oro reconozcan la necesidad de este ejercicio de lectura inteligente e investigativa. Me parece que lo primero que debemos hacer con ellos y ellas es enseñarles a leer esta literatura, según el código que ella misma propone. Este trabajo se ofrece como una propuesta de lectura en este sentido, como lector que intenta acercarse, a través de la investigación, a la experiencia de lectura de un lector de la época.