Descripción:

La mirada de los condenados. La masacre de Diners Club está sustentado en una contundente seriedad investigativa y construido con una gran capacidad escritural y narrativa. La obra, que constituye, en nuestro medio, una muestra paradigmática del reportaje literario, se lee como una novela en la cual la trama ha sido elaborada y desarrollada con acierto. Los autores realizan una investigación exhaustiva sobre los hechos ocurridos en la sede del Diners Club en Cali, la noche del lunes 3 de diciembre de 1984. Su mirada se centra en los protagonistas de estos hechos durante las últimas horas anteriores a la masacre y, desde allí, se remonta a los hilos de las vidas, tanto de las víctimas como de los victimarios. Por medio de lecturas, miradas atentas y combinadas, entrevistas y seguimientos, logran armar la trama de unos hechos que quedaron en la memoria colectiva de los caleños no sólo como horror, sino como una serie de interrogantes y problemáticas sin resolver. Desde el punto de vista estructural y narrativo, Osorio y Valderrama nos entregan un trabajo impecable. El tono y ritmo del discurso atrapan al lector de manera que no es fácil evadirse de una lectura continuada y ello, además, por la estructuración de la trama que logra la obra, por el tejido entre matanza, realidad y vida que logra presentar y por el manejo de la información a lo largo del relato.

Carmiña Navia Velasco

Fragmento:

Era poco más de la medianoche del lunes tres de diciembre de 1984. El estallido de la puerta de vidrio que daba acceso a las instalaciones de Diners Club en Cali alertó a los celadores de los negocios aledaños a la plaza de Caycedo. La puerta había sido derribada por agentes de policía. Al frente del edificio se hallaban estacionadas algunas patrullas y autos particulares. Un carro de bomberos y una ambulancia llegaron al lugar. Oficiales de uniforme y de civil entraban y salían con los radios a todo volumen y las armas en la mano. Sus rostros azorados indicaban la gravedad de los sucesos. Varias personas heridas fueron evacuadas. Los agentes acordonaron el área para detener a los curiosos que comenzaron a aparecer por todas partes. Periodistas de los distintos medios iniciaron el cubrimiento de la noticia.

Minutos antes, Francisco Cristóbal González, vigilante de Pronta, había escuchado ruidos en la terraza que comunicaba a Diners con esta entidad. De inmediato se dirigió al lugar, se asomó por la ventana y vio a un hombre que caminaba con mucha dificultad. Le apuntó con su arma de dotación. “Quédese quieto. Está prohibido estar allí. No se mueva que le estoy apuntando.” El otro no obedeció la orden, trastabilló unos pasos más y se desplomó. En la caída trató de sostenerse en una matera, pero esta cayó al primer piso por un largo y angosto tragaluz. Desconcertado, el vigilante se aproximó con cautela y vio un cuerpo bañado en sangre. Se acercó más y notó que respiraba con mucha dificultad. Le preguntó quién era, qué le había pasado. El hombre le dijo que era vigilante, que se estaba muriendo y que había más personas heridas en Diners.

Francisco Cristóbal bajó corriendo y llamó al policía que prestaba servicio en el Banco de la República. Regresó a la terraza acompañado del agente y dos super­visores de vigilancia. El hombre luchaba para no ahogarse con la sangre que le brotaba por boca y nariz. El agente avisó a la estación cien de la Policía Metropolitana. Inmediatamente se inició el operativo. El herido se identificó como Hugo Aroca Yara y fue llevado al Seguro Social. Minutos después, los oficiales rompieron el vidrio de la puerta y el horror de una tragedia sin precedentes desde la época de la Violencia les golpeó el alma.

PORTADA LMC
La mirada de los condenados. La masacre de Dinners Club

Reseñas

«La mirada de los condenados, la horrible noche»
por Carmiña Navia Velasco

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«Crónica de un gran reportaje hecho en Colombia»
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