Descripción:
«Cuando el inventario de vilezas es tan profuso como el de la cotidianidad que nos ha tocado vivir, la indignación es un tono que las palabras del poeta difícilmente podrán eludir. Por nuestros días transitan estupros y masacres, en nuestras ciudades anidan sicarios y proxenetas, en nuestros televisores campean -con aire de distinción – vacuas modelos y políticos mendaces; en fin a nuestros niños se les escamotea la inocencia y se les elimina. Entonces nuestro mundo eufemismos pero poéticamente es, al mismo tiempo, una labor apremiante y temeraria. Tales son las coordenadas en las que se instala este libro que Óscar Osorio ha titulado “La balada del sicario y otros infaustos”. Sus poemas son verdaderas provocaciones verbales y no podrían ser de otra forma pues responden a las afrentas que nuestra realidad nos depara. Lejos de eludir asuntos, este libro se las ve de frente con todo vituperio; por eso es una poesía sin concesiones».
Alejandro José López, prólogo
Fragmento:
Oiga, hermano, que me estoy desangrando;
no me deje morir, hermano.
(Niño campesino herido en Caquetá, minutos antes de morir. Captado por un noticiero de televisión.)
Los niños campesinos,
con su hambre, su dolencia, su terror;
niños descalzos, cariados, haraposos;
niños huérfanos y tristes;
niños vagarosos;
ahora son enemigos del Estado,
blanco militar, trinchera guerrillera.
Los niños campesinos
agonizan bajo el ojo impasible de las cámaras,
sobre los hierbajos secos de su inocencia,
sin sutura para el miedo,
sin sutura para el hambre,
sin ambulancias para el sueño.
Los niños campesinos,
arrendados al dolor que glifosata su alma
(con su hambre, su dolencia, su terror),
mueren, simplemente,
bajo el ojo impasible de las cámaras.